Quien solía ser...

Lluvia mezclada con aroma a pan recién salido del horno. Podía reconocer ese aroma a la perfección. Solía gustarme. Recuerdo la lluvia también, aunque era diferente. Era algo así como un enorme sitio cuadrado. ¡Oh sí!, había muchas cosas alrededor, creo inútiles. Esa impregnación a humedad sobre el suelo que se levanta hasta nuestra nariz, hace recordarnos que la tierra está viva. Creo que yo también estoy vivo. No sé por cuanto tiempo, pero tengo muy pocos recuerdos. Me duele un poco la cabeza, quisiera voltearme, pero hay muy poco espacio en donde me encuentro. Ligeros rastros de gotas caídas del cielo mojan mi piel. Algo sucede, porque tengo muy poca movilidad. La memoria me falla, pero minutos antes estaba igual, arrinconado en una vieja calle. Tenía barba y ropas viejas. Sí, era un hombre viejo. Soy un hombre viejo. ¿No lo soy? Ni siquiera sé que me sucede. Hay destellos en mi mente y oscuridad en mis ojos. Ellos me abandonaron. Alguien me arrojó de aquel cuadro enorme con muchos objetos y ahora yazco tirado en la calle sin saber siquiera en donde me encuentro. El viento líbero, pasea por mi cuerpo desnudo. Alguien o algo, me ha dejado aquí. Sigo pasando frío, nada ha cambiado. Mi mente se cierra, los últimos recuerdos de lo que fue una vida anterior. Quisiera saber más, pero parece que ya no hay tiempo. La vida sigue, ahora en otro sitio o en otro cuerpo. Al menos parece que no habrá soledad o sufrimiento. La lluvia arrecia y al mismo tiempo la última cascada de imágenes me recuerda que alguna vez fui un ser bípedo pensante. Humano, se les dice humanos. Ellos me abandonaron. Algo me levanta con fuerza. Un ser enorme, con mucho pelo y ojos vidriosos y profundos. Terso y cálido su pelaje. Me lleva a un enorme túnel con otros más. Soy… soy un felino. La mente se resquebraja al último de los recuerdos. Trataré de alcanzarlo con mis pequeñas manos espirituales y aferrarme a él, para que nunca nadie me haga daño y nunca olvide el dolor anterior. Venganza, la palabra que busco. Me aferro a ese destello oscuro y por fin, los pensamientos se van. Mi nueva mente exige nuevos recuerdos. Me queda decirles solamente: ¡Meow!