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El insólito propietario


1.

Max había llegado con un buen cargamento de material para tapar aquel enorme agujero, escalinata o como gusten llamarle.

-Sótano-, le dijo Jorge a Max.

-Pues para mí esto ni parece un sótano amigo. Es algo así como una enorme perrera. Tal vez el señor Álvarez le gustaba tener caninos ahí debajo aparte de gente. Era muy amigable.

-Tuvimos el placer de conocer al perrito. Pero vamos apúrate hombre que los nuevos dueños no les parecerá tener esto ahí.

-¿Y por qué no?

-Por qué no y punto. Somos los “propietarios” aun del sitio y… Dime una cosa. Tú comprarías una casa con este detalle, sabiendo que ahí abajo tal vez había animales con rabia o ve a saber tú. Digo, yo no pienso darte información, solo te diré que, lo usaba para tener a mis mascotas. Pero ¿qué crees? Ya no puedo decírtelo personalmente porque estoy muerto, así que tratarás con mis empleados y amigos, quienes no tienen ni idea de qué hacíamos ahí abajo.

-Si lo pones de esa forma, obviamente me iría rápidamente a buscar otro hogar.

-Entonces ayúdanos.

Jorge se encontraba observando los detalles que realizaban los trabajadores de Max para que todo aquello quedara cubierto, cuando recibió un mensaje de Dani. Este contenía un video. Entró a la sala de estar de la casa y cerró la puerta con pasador. Dio reproducir al video y se sobresaltó lo suficiente, para saber que algo perseguía a Dani. Aquel aullido se escuchaba muy cerca de su posición. Vio correr a un niño delante de él y a quien perseguía. El niño gritó algo y de pronto, el aullido cesó. Se escuchaba la respiración agitada de Dani mientras llegaba a la esquina de la calle, mirando a todas partes, buscando al infante sin hallarlo. Ahí terminaba el video.

“Estás bien?”.

“Asustado por todo esto, no sé qué está pasando”.

“Ese niños quién era?”.

“Lo he seguido durante el primer día en que comenzó todo este alboroto. Se oculta en el bosque. El otro día lo hallé con los muertos del bosque”.

“Muertos? Cuáles muertos? Dani, en qué andas?”.

“Necesitamos vernos en la oficina y hablar de esto, porque tengo la seguridad que él es una pista a seguir y no podemos perderlo. No ahora”.

“Nos escribimos en cuanto vaya para allá. Estoy con el de la construcción”.

“Y que también esté Mauricio”.

“Él halló un diario, quisiera saber qué encontró”.

Vio el video por lo menos tres veces, intentando mirar bien el rostro del pequeño, pero ya que ambos corrían al sonido de aquel aterrorizante aullido, le era imposible. Quería salir corriendo y poner atención en todo lo que estaba sucediendo, pero al parecer, no encajaba nada. Tal vez Mauricio había encontrado algo dentro del diario que los ayudara a esclarecer un poco la situación.

Se quedó sentado en el viejo sillón, donde el señor Álvarez solía leer historias a los niños pequeños de la comunidad los viernes por la noche. Y recordó los rostros de cada uno de ellos. Él estuvo ahí, escuchando esas historias. Y tal vez, ese pequeño niño también estuvo…

2.

-¡Andrés!

Susana ya llevaba tres gritos y ninguna respuesta. Otra vez se había quedado dormida su pequeña hija y ya era tarde para llevarla a la escuela.

-Perdón, pero apenas se va despertando.

-Ya me di cuenta y no puedes apoyarme mucho que digamos.

Andrés se llevaba las manos a la nuca, arrastrando su cabello para calmar la furia.

-Te recuerdo que esta fue idea de los dos. ¡Vámonos Susie!

La niña carraspeó, pero al final avanzó al paso de su madre para ir al auto. Andrés se despidió de ellas al pie de la escalinata. Buscaría otros clientes por la tarde o tal vez la siguiente semana, por ahora, debía centrarse en acomodar todo en cajas para la mudanza. Era un hecho que aquella casa podrían pagarla y vivir ahí. Era una casa con mucha historia y ahora ellos debían de reestablecer la historia. Comenzar la suya. Entró nuevamente a casa, descansando un poco. El negocio lo había dejado un momento, centrándose en otras cosas, como entender a Susie. Era una edad complicada y no se sentía listo para entenderla a cabalidad.

Tal vez el problema estaba en que no era precisamente su hija.

Dejó aquello detrás de la puerta y continuó resguardando algunas cosas en cajas, sacando viejos recuerdos y buscando un sitio donde guardar los papeles importantes. Mañana pintaba para ser un buen día.

3.

Mauricio se había encontrado con más cosas dentro del diario. Muchas más visitas a Portugal, el diario entero hablaba de ello y de la pequeña “golondrina”. Don Vicuña en efecto, había fallecido. Hablaron de un ritual muy extraño para darle sepultura al viejo gitano. Con cada párrafo que atravesaba, Mauricio sabía que tenía en su poder muchos secretos del señor Álvarez, viéndose tentado a cerrar aquel manual y olvidar la lectura.

Vio la otra fotografía y comenzó a preguntarse si ella fue, en efecto una segunda mujer del señor Álvarez. Suspiraba mientras veía la foto. Siempre rostros sonrientes en todas las fotos. Pero esa en específico, detrás de ellos, los hombres no se veían sonrientes. Tenían algo que daba mala espina con solo ver la fotografía. Los gitanos tienen esa fama mística y a la vez tan oculta y oscura que aterra. Todo aquello que atenta contra lo impuesto por la sociedad tiende a ser extraño, el hombre tiende a temerle; a pesar de ser la misma raza, hay cosas que no se pueden permitir entrar tan directo en la mente.

Mauricio ahondó un poco más en el diario y halló lo que tanto buscaba.

6 de Diciembre de 2003.

Hoy he recibido noticias hermosas de parte de mi golondrina. Ha venido a decirme que seré padre. ¡Por primera vez en mi vida! Esto es una enorme alegría. Pero, calma; debo hacer las cosas bien. No puedo volver a mi país así como así, no, eso no sería correcto, hay mucha gente allá a la que esto causaría daño. Además, mi golondrina no es tan libre como parece. Debo pensar las cosas. Primero, debo quedarme más tiempo acá, solicitar una comisión que me permita estar acá por un tiempo de, al menos un año, volver y regresar. Sucesivamente esto debe repetirse. Segundo, mi golondrina debe ocultarse. Se supone que su gente no debe estar con gente como yo. Para ello está su tribu y su gente, la tradición. Creo que me he metido en problemas, pero estoy muy contento y ella también. Hay algo que ha estado sucediendo muy extrañamente los últimos días y no puedo darle crédito a ello, tal vez sea la falta de descanso, pero escucho, entre sueños y la vida cotidiana, la voz del viejo Vicuña. Se asoma por las ventanas y me susurra cosas. Puedo escucharlo y creo verlo. Debo estar perdiendo la razón…

-Señor Álvarez… Maestro. Disculpe que devele sus secretos, pero…

Y soltó una lágrima. Lo extrañaba. Gracias a ese hombre, hoy, en su simple recuerdo, obtuvo un empleo, una oficina y gracias a eso, un techo donde vivir y una carrera. Y no solo él, sino muchas otras personas. Su casa parecía un albergue, a pesar de que mucha de esa gente tenía sus casa, siempre buscaban la forma de estar cerca del señor Álvarez, porque su bondad era tan grande… Se secó las lágrimas y continuó leyendo. Le dieron una comisión y pasó días con su golondrina. Un fragmento muy pequeño escrito brevemente y con algo de pegamento seco debajo de él, asuató un tanto a Mauricio, mientras observaba la fotografía por mucho tiempo.

12 de marzo de 2004

Me han entregado una fotografía que nos tomamos cerca de la bahía con una vieja cámara. Me gustan las antigüedades y esta, bueno, era pensada en ser una fotografía hermosa. Cuando la persona encargada de revelar el rollo me entregó la fotografía, me arrojó el paquete y me pidió que me retirara, incluso, del país. Abrí las fotos y debo decir que en todas ellas, aparecen los mismos hombres, los cuales nunca estuvieron ni cerca de cada uno de los fondos. He hablado con golondrina y me pide, solícitamente, que me vaya por un tiempo y ella sabrá decirme cuando volver. Le he dado un número privado. He pegado una de las fotos más intrigantes, porque todos estos seres detrás de nosotros, buscan sin cesar el vientre de mi mujer.

4.

Max había terminado muy rápido de tapar aquel enorme agujero.

-Si costó trabajo, pero ahí está. Para mañana ya habrá secado. Por ahí no va a entrar ni un ciempiés créeme.

-Muy gracioso. Gracias.

-De nada. Y… ¿El Mauri?

-En la oficina supongo.

-Pues no ha llegado. Ya le pasé mi cheque en blanco para el trabajo. Ahí nos vemos. Jorge acompaño a Max y a su gente a la puerta. Él se quedaría un momento más en la casa. En la esquina, a lo lejos, un niño se encontraba parado. Vestía una gabardina color amarillo para evitar las lluvias y unos tenis muy desgastados. A pesar de la lejanía, se miraron. El pequeño dio media vuelta y se fue. Max se despidió de Jorge mientras intentaban mover el enorme camión que transportaba el concreto.

Al partir, Jorge volvió a ver el video de Dani y el niño, al que perseguía, vestía la gabardina de aquel color.

Se estremeció. No supo si correr tras él o dejar las cosas como estaban. La calle Soles tenía casas muy grandes y la gente ya era mayor. Nadie más lo ayudaría si algo sucedía. Llamó de inmediato a Mauricio y al no contestarle, le envió mensaje. Tras esto, le pidió a Dani que se vieran en la oficina por la noche.

5.

Susana nuevamente se encontraba en la oficina de la directora. Fuera, le aguardaba Susie, quien, ya dormida sobre las sillas de espera, no hacía ruido alguno; a menos que sus sueños lo hicieran.

-Señora Estrada…

-¿Qué hizo esta vez?

-No señora, no es su comportamiento o mala conducta. Sabemos que trabajamos con niños y eso, ya requiere de toda nuestra paciencia para verificar que se encuentren bien los pequeños y afrontar las dificultades e inquietudes. La llamo nuevamente porque, como podrá ver por la ventana, su hija nuevamente está dormida. No ha puesto atención a clases, retirando del argumento en su contra la tarea, ya que lleva buenas notas por ello. Es como si, el dormitar le ayudara a tomar mejores notas. ¿Ella duerme bien?

-Mi esposo y yo hemos intentado lidiar con eso. Del año en que la tenemos, ha mejorado mucho. Al principio tuvo pesadillas y era muy difícil que durmiera sola. Está viéndola un terapeuta, quien hasta ahora no me ha dado ya detalles.

-Me gustaría conocer al terapeuta, entablar una conversación con su esposo y revisar lo que se está haciendo con la niña. Porque en ciertos días muestra un raro comportamiento, me refiero, a sueño, como si no durmiese por las noches. A veces es impulsiva y un tanto agresiva según me dice la profesora. Cuando un niño la contradice, ella lo observa profundamente y, en ocasiones, se abalanza sobre su pupitre como si fuese un animal. Pero a la voz de la profesora, ella vuelve a su sitio.

-Está pasando otra vez…-, susurró Susana.

-¿Disculpe?

Susana cerró la boca e intentó decir algo, cuando la directora atajó sus palabras.

-Señora Estrada. Sé lo mucho que ustedes querían… Un niño, niña, es una gran responsabilidad.

Lo que ustedes están haciendo por Susana es un esfuerzo que debo reconocer en todo el sentido de la palabra y acto. Yo sería muy cobarde ante esa situación. Me gustaría mucho que habláramos con el terapeuta de su hija y con la trabajadora social y ver qué sucede con Susie, porque esto en verdad, sucede en ciertas ocasiones. No puedo decirle con certeza en qué tiempos. Pero el hecho de que su hija duerma casi todo el día no es normal.

-Intentamos dejarla dormida, tal vez por la noche enciende la computadora o juega con el celular y no nos hemos dado cuenta. Estamos también a punto de cambiar de residencia y nos ha ayudado por la noche acomodando sus cosas…

Susana estuvo a punto de derramar una lágrima.

-¿Tiene problemas en casa señora Estrada?

-Mi esposo… Le ha costado trabajo este nuevo… cambio, etapa, qué se yo como llamarla. Hay veces en las que me encuentro sola cuidando a la niña y…

La directora tomó del hombro a Susana.

-Somos mujeres luchadoras señora Estrada. Profesionistas y madres de familia. Y usted debe saber que su gran esfuerzo se verá recompensado algún día. Por ahora vaya con Susie a casa y espero me tenga buenas noticias de esta reunión y poder ayudar mejor a su hija.

-Muchas gracias.

Susana se levantó de la silla y recogiendo a su pequeña, la cual dormitaba por completo, al trasponerla en sus brazos y llevarla al auto.

Una vez dentro, cerró todas las puertas y lanzó un pequeño grito que solo pudo oírlo el volante del vehículo. No quería que nadie la viera o escuchara. Era una gran responsabilidad el tener a Susie, pero aquel día, en que la vieron, no pudieron hacer más que ofrecerle un hogar. Se calmó un momento y recordó los primeros días, en los que Susie se comportaba tan extraño, que tuvieron que civilizarla…

6.

-Dani, explícame una cosa entonces. Este niño lo has visto desde que comenzaron los extraños sucesos tras la desaparición de Álvarez.

-Así es. ¿O tú has visto algo extraño antes de que Álvarez desapareciera?

-Pues no. La verdad es que hay muchos cabos sueltos en todo esto. Espero Mauricio haya encontrado algo que ayude.

-¿Y si le decimos a la policía?

-Y que se rían de ti por el video de un aullido y un niño corriendo.

-Ellos ya lo vieron en el parque, con los mutilados.

Jorge extendió el medio impreso en la portada.

-“¿Lobo estás ahí?”. “Asesino descuartiza a dos víctimas más en el bosque entre las calles Estrella y Granito. Página 3”.

-Con ese encabezado, que puede pensar la policía.

-No amigo, esto es más serio. Una persona, un animal un… Lobo gigantesco, puede producir ese sonido y puede hacer todo esto.

-No puedes obligar a la gente a creer en algo que no existe. Para ellos ahora existe un asesino o animal que se come a los que no están dentro de sus casas. Quitemos al animal de la ecuación, porque solo lo hemos visto nosotros tres y te queda la mínima comprensión humana: un hombre, amante de la carne, caníbal o que por mero gusto, mata a gente que nadie va a extrañar. Dale a la policía algo digerible y ahí dejarán el caso. Ellos no entenderán nada sobrenatural. Además, ya nadie habla del incidente de la perrera que se llevó a nuestro amigo.

-Si fuese un animal…

-Nos comería a todos. No lo creo. Ellos piensan más que nosotros. Va comiéndose uno a uno y se mueve de territorio hostil. Sabe que aquí tal vez lo buscan. No volverá hasta tiempo después.

-¿Entonces por qué nadie lo ha visto?

Mauricio entró en ese momento a la oficina y arrojó el diario del señor Álvarez al escritorio. -No lo han visto porque…

Jorge y Dani lo miraron. Estaba exaltado e intentaba jalar más aire del debido.

-He venido corriendo y, no saldremos, no esta noche, no si hay cielo despejado. Mañana será otro día y tenemos veintiocho días…

Jorge sonrió y Dani se mantuvo en silencio.

-¿Qué encontraste en el diario aparte de los cuentos de Álvarez?

-No he terminado de leerlo amigo y sé que en este momento te hayas estupefacto e incrédulo, pero una vez que inicie la historia y lo que tengo, vas a estar más aterrado de lo que yo he estado durante el día.

Lo miró a los ojos y por primera vez, vio a su amigo con seriedad y total temor.

-Álvarez ocultaba muy bien su vida privada y ocultó más que eso y debemos hallarlo pronto.

-¿A quién?

-A Álvarez.

Dani y Jorge lo miraron y, sin reírse escucharon a su amigo sin aire ya en los pulmones. Jorge habló primero.

-Álvarez está…

-No a nuestro señor Álvarez. A su hijo maldito…


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