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Capitulo X: Indagando.


Durante la comida, se habló poco. Aquello no era un banquete, de lo cual determiné que podría haberse hecho más por la posición económica de mis ahora patrones.

-Disculpe señor Brave que no le podamos dar un mejor trato el día de hoy. Son tiempos de guerra y hay escasez por estos lares. Debe estar acostumbrado a otro tipo de comida y…

-No vengo por la comida señor Lahm, lo que ustedes puedan proveerme será de gusto para mi apetito. No había comido este tipo de carne y es bueno siempre, probar cosas nuevas. Agradezco mucho su hospitalidad.

-Es lo de menos señor Brave, usted ha venido para ayudarnos a encontrar a mi padre. Le estamos agradecidos que haya hecho un largo y tedioso viaje. Los tiempos por acá son muy complicados. Los vientos soplan la pólvora de la guerra.

-He escuchado eso durante mis viajes hasta acá. En América, bueno, hemos terminado con todo eso. Excepto la parte sur, aún continúan luchando. Algunos creen que se comportan como bárbaros. Yo pienso que esa gente, del sur, busca su libertad ante el yugo español.

-Los españoles ya no están de moda señor Brave. Aquí son los Reichs, los alemanes quienes buscan expandir su territorio. Si los bávaros en épocas antiguas no lo lograron, creo que esperan que esto resulte mejor para ellos.

Solté por un momento los cubiertos.

-¿Han visto ustedes cosas que surcan el cielo, algo así como pájaros metálicos? No debo decir que todos ahí me miraron de una manera totalmente extraña. -¿De dónde le ha surgido la idea señor Brave?

-Pues, joven Lahm. Créame que los he visto y he soñado con ellos. Son unas bestias de metal enormes. En cuanto veamos que el conflicto es mayor, de no aparecer su padre, les ofrezco volver a América y quedarse en mi hogar, para su protección.

La mesa quedó en silencio. Nadie quería agregar nada. Madhi me hizo una seña de cortar esa conversación.

-Es todo lo que puedo decirles. Esperaré en la sala a que terminen, mientras quiero revisar algunas cosas del señor Lahm y verificar el porqué de su desaparición.

-Bien. Señor Madhi, ¿puede llevarlo a los aposentos de mi padre?

-Con gusto. Señor Brave, por aquí.

-“Gracias Madhi”, le contesté en tono burlón y me gané nuevamente las miradas de la familia Lahm.

Al subir las escaleras, Madhi no dijo una palabra. Me condujo a través de un enorme pasillo donde colgaban cuadros, más pequeños, de miembros de toda la familia Lahm. Al final, había una enorme puerta de madera y es ahí, donde se alojaba el señor Lahm antes de extraviarse. Entré en la habitación. Madhi cerró la puerta.

-¿Le afectó el vino verdad?-, preguntó Madhi.

-Sólo quiero que ustedes estén seguro de…

-Tienen demasiadas preocupaciones para que usted salga con sus sueños extraños. Si sabe algo sobre los conflictos, más vale que se los guarde. Y, ¿qué es eso de “si encontramos al señor Lahm”?

-Madhi, existe la posibilidad de que lo que he visto y soñado, el señor Lahm ya se haya ido a otro sitio y tal vez vuelva por ellos. ¿No has pensado en eso?

-Y dejar las cuentas bancarias completas. Dejar pendientes en sus cartas sobre la mesa. Cierres contables interrumpidos. Gente viniendo a ver a mis patrones por lo adeudos que se tienen. ¿Usted cree que se fue así como así? No haga ese tipo de conjeturas.

-Madhi, debo hacerlas, de lo contrario, jamás sabré por donde comenzar.

-Puede empezar en esta habitación. Hay documentos en la mesa, inconclusos. Algunos ya los ha tomado el joven Lahm para firmar a falta de su padre. Por favor, empecemos aquí. Sea más cauteloso, esto es algo grave para ellos.

-Lo sé Madhi. Ahora sé que ninguno de ellos o ustedes…

Ustedes. Esa palabra no solo englobaba a la familia sino a todos aquellos que trabajaban en la casa. Mientras revisaba documentos inconclusos así como cuentas del señor Lahm, en la cual no había movimiento alguno, recordé lo que Madhi dijo sobre una anciana que trabajaba con ellos.

-Madhi. Dijiste que había una empleada aquí que se retiró debido a enfermedad y, la chica pelirroja ocupa su lugar.

-Me puso atención.

-Debo hacerlo. Quisiera visitar a esa mujer. ¿Está en un sanatorio cercano o tendremos que viajar a Holanda?

-Está en un sanatorio cercano. ¿Quiere que prepare las cosas?

-Esperaré a que el joven Lahm me lleve a la comisaría. Quiero hacer hoy mismo esa visita y posteriormente ir con la abuela de la chica pelirroja.

-Le diré entonces al señor Lahm que sigue investigando y que haremos estos viajes.

-Por favor. Y otra cosa. Perdón, tenía que hacerlo. Todas esas preguntas son para…

-Remítase a su trabajo.

Dentro del cuarto no había nada extraño. Si, había muchas letras y documentos inconclusos, cosas de suma importancia, como dijo el señor Madhi, los pagos de los aranceles y de trabajadores. Pero hasta ahí. Era como si, de un momento a otro, hubiera decidido abandonar todo. Pero su familia reaccionó de otra forma. No eran simples conjeturas, debía saber lo ocurrido y si alguien era culpable dentro de la familia o de trabajadores.

Al poco tiempo, el joven Lahm tocó la puerta. Al entrar dijo que se encontraba listo para iniciar desde la jefatura de policía.

Fuimos en uno de sus coches. El primer trato con ellos no fue el mejor, ya que guardó silencio conforme avanzamos en el camino. No quería decir absolutamente nada y tampoco me daban ganas de expresar algo que abriera una discusión. No tardamos en llegar, así que comenzamos a descender. Entramos por una gran puerta y ahí estaba, en el centro de todo, el comisionado de la policía. Su escribano (porque aún no llegaban las máquinas de escribir), nos recibió primero. -Buenas tardes joven Lahm, ¿qué se le ofrece?

-Vengo con el señor Günther. Le presento al señor Brave, es quien llevará el caso de mi padre junto con ustedes.

Saludé al escribano y nos hizo pasar de inmediato. La oficina de aquel hombre se hallaba impecable. Tenía total orden en sus estantes.

-Señor Günther, buenas tardes.

-Joven Lahm…

-Oh sí. Le presento al señor Brave.

-Un gusto señor Brave. ¿Por dónde comenzamos? Sé que no vienen por una taza de café.

-No señor Günther, vengo a conocer los detalles del caso. Hace unos momentos en lso que llegué con la familia Lahm, realicé algunos diagnósticos familiares en busca de algún contendiente al título de haber “desaparecido” al señor Lahm. En vista de su respuesta, he llegado hasta aquí, solícitamente por el joven Lahm con quien ha tenido que ver los meses anteriores desde la desaparición del señor Lahm. Ahora, debo conocer su investigación y los avances del caso. Aquel hombre me miró desasosegado.

-Pues…

Fue hacia uno de sus estantes y buscó entre las muchas carpetas. Había unas enormes y otras de tamaño considerable. Pero al mostrarme la del señor Lahm, estuve a punto de reír si no es por la intervención del joven Lahm.

-¿Esto es todo lo que tienen de mi padre? ¿Un simple folder con tres hojas? Günther guardó silencio.

-Veamos. Tal vez estas tres hojas nos digan algo joven Lahm.

Examiné las mismas.

La primera contenía el día de la denuncia y la solicitud por parte de la esposa. La segunda hoja un seguimiento por parte de un policía al registrar la casa y la firma del comisionado. La tercera, una copia de la hoja dos prácticamente, con algunos cambios.

-Señor Günther. ¿Sabe usted que la policía no debe hacerse cargo de esto?

-¿Por qué lo dice? ¿Cree que somos incompetentes?

-¿Cuántas personas se han extraviado desde el inicio del siglo?

-En esta zona… Unas quince personas.

-¿De esas quince al inicio de la década?

-Once.

-¡Once vaya número! ¿Me pregunto el por qué?

-Mire amigo americano…

-No, mire usted. Esta familia me envió una carta de forma desesperada. Es cierto que los aromas de guerra son totalmente respirables y la gente está huyendo de territorios muy rápidamente que muchos no se dan cuenta de todo lo que está sucediendo. Ahora bien, esta persona abandonó su hogar, sus pertenencias, su trabajo e incluso sus cuentas bancarias están intactas.

-Eso lo sabemos, está en el informe.

-¿Y qué más ha hecho?

-No sabemos a dónde seguir sí. Es como si al señor Lahm se lo hubiese tragado la tierra. Hemos preguntado a la gente, retratos hablados, entrevistamos a trabajadores y gente cercana. Es una persona conocida señor Brave, cualquiera, de saberse extraviado ayudaría, pero a la fecha, no tenemos nada. El caso no se ha cerrado por lo mismo, porque no tenemos información, pero tampoco damos por perdido este asunto.

-Le creo. Porque yo también me hubiese dado por vencido. Pero estoy aquí más que por dinero. Esta familia necesita al miembro restante de su familia. Señor Lahm, si no tiene otra cosa que decir, sugiero que continuemos con mi plan trazado de investigación. O señor Günther si hay algo que no me haya dicho del informe…

-No hay más. Puede irse. Si tan bueno es, encuéntrelo usted.

-Lo intentaré. Al menos más que ustedes. Con permiso.

Junto al señor Lahm salimos de la comisaría, dirigiéndonos nuevamente al coche donde Madhi aguardaba.

Al ir en el coche, el silencio lo era todo, hasta que el joven Lahm comezó a golpear la puerta del coche furioso.

-¡Maldita sea y así estuve tantos meses solicitando su ayuda! ¡Y salen con esto! ¡Tres malditas hojas! ¡Tres!

-Señor Lahm, sé como se siente. Lo que puedo adelantarle es que va a ser complicado hallar a su padre. Voy a ir con el señor Madhi a un sitio y necesito que usted el día de mañana vaya a los bancos y revise las cuentas de su padre. Es importante que las monitoree todos los días por si hay alguna baja, quitando claro los pagos a trabajadores y lo que ustedes necesiten. Veo que ello no se ha realizado menudamente, debemos comenzar.

-¿A dónde van ustedes?

-Iremos con la abuela de Isabel joven Lahm. Fue la última que lo vio, si no mal recuerdo-, contestó Madhi.

-No se moleste con él. Madhi, no me contaste eso.

-Nunca preguntó.

-Lo ve joven Lahm, todos somos de gran ayuda. Necesito que haga eso por mí, yo estaré investigando por la mañana y tarde. Por ahora debo visitar a esta persona y ver que puede contarnos. No necesitamos de la policía para buscar a un familiar. Es más, ni un detective privado. Ellos nos dan pistas. Lo hallaremos joven Lahm.

No quise decirle con vida, era algo demasiado riesgoso. El señor Lahm se fue sin dejar rastro, tal como dijo el policía Günther. ¿Por dónde empezar? Tendría que empezar con todos y cada uno de los trabajadores y la relación que tenían con el señor Lahm. Hasta ahora, las cosas no pintaban bien.

Nos dividimos nuevamente al llegar a la casa de la familia y me dirigí con Madhi hasta el sanatorio. Isabel, aun se encontraba en casa haciendo quehaceres.

-¿Crees que ella sepa algo?

-No lo sé, pero deberíamos averiguarlo.

No tardamos en llegar al sanatorio y Madhi solicitar el apoyo para la visita en el cuarto ocupado por la señora Haggelspellz, Haggel… A la fecha mi holandés es malo.

Madhi tardó un poco mientras miraba los rostros de la gente presente. En cada uno podía leerse el temor de los territorios, el aroma aguerra y muerte. Todos los sabían y deseaban huir. Pronto. Madhi corrió a través del pasillo y lo seguí. Detrás de nosotros las enfermeras. Le grité a Madhi, pero esta jamás se detuvo hasta llegar a una habitación y mirar hacia adentro.

El cuerpo de la abuela de Isabel yacía frío y sin vida. Madhi se arrodilló ante la cama y empezó a llorar. Aquel hombre fuerte era ahora un ser tan mortal como cualquiera.

-Hay que avisar a Isabel… Hay que…

-Calma… Esperaré aquí a que vuelvan…

Madhi lloró algunos momentos más agachado en la cama ahora ocupada por el cuerpo de la señora Haggel. Les di algunos momentos a solas.

Al terminar, Madhi me pidió quedarme para llamar a Isabel y que ella hiciera los preparativos. Mi primer testigo se había ido, con muchos secretos tal vez.

Entré al cuarto y esperé que Madhi volviera.

Les dije que había perdido a mi primer testigo. No del todo. Aquel cadáver, ahora azul, comenzaba a voltear su cabeza para mirarme. Los ojos blancos me atravesaban el alma. Abrió la boca y una terrible voz, proveniente de otro sitio, habló.

“Sién… ta… te… Voy… a… contarte una… historia”.

El esfuerzo de la voz era claro. La fallecida, si puedo decirlo así, comenzó a articular palabras y a tomar ritmo de la historia. Escuché cada detalle y lo anoté. No conversé nada con Madhi al terminar de escuchar la historia. Volverían en algún momento y tenía que aprovechar la situación. Fue una historia breve pero significativa. Y después de esto, tenía que entrevistar a Isabel… completamente a solas.

La historia, se las contaré la siguiente ocasión que nos leamos, requieren de mis servicios y urgentemente…


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