Cuentos que, no son de hadas.
- Cenicienta
- 21 mar 2017
- 1 Min. de lectura

Tras calzar la zapatilla de cristal. Después del largo viaje en la carroza. Al ser cargada por el príncipe Felipe por las enormes escaleras del castillo; se abrió la puerta.
Los aposentos eran enormes. Había espacio para muchas cosas.
La dejó en el suelo lentamente y se retiró. La ahora princesa, observaba el castillo con otros ojos. Felipe llegó nuevamente a su lado, trayendo consigo una escoba y un balde.
-Ya tienes experiencia, esto es, en lo que encontramos sirvientes.
A la fecha, la zapatilla de cristal no reluce en el viejo mueble donde ahora intenta brillar, como algún recuerdo lindo. Opacada y triste; ya no entra en el pie de Cenicienta, la ahora reina; con sus kilos de más producto de sus hijos; lava, plancha, barre y limpia la terraza para todo su regimiento.
Yorumlar