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Amor es, en la oscuridad: Ella


“Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?”. Jaime Sabines.

VIERNES 12 DE MARZO DE 2010.

Bueno, ya todo daba igual. Créanme, cuando ya nada vale la pena, reitero la frase, nada vale la pena. Y es que he pasado mucho tiempo dentro del salón de clases, que fuera de él, no me hallo. Hace algunos meses entré al Taller de Creación Literaria. En parte por él. Ese chico guitarrista. Qué les puedo decir, es bueno y… No puedo decir que no me gusta, pero no creo ser su tipo. Además, debe de tener muchas mujeres detrás. Así que me conformo con estar dentro del Taller. Es divertido y he aprendido mucho.

Esa mañana, no quería entrar a clases, estaba muy triste.

Mi, entonces novio, si así puedo decirlo; ya no solía ser lo que era. Y hace poco tiempo, esa persona que creí que estaría conmigo, no sucedió.

Sufriendo, iba caminando hacia el Auditorio, sin esperar nada más que un día extra y al fin, viernes.

Mi amiga Marisol iba conmigo. Ha sido buena y aunque es medio rara, estamos juntas. A veces creo que ella está más loca que yo.

Entramos al Taller y mi, amigo, digamos, Augusto también entró con nosotras. A veces quisiera tener menos hombres cerca y más mujeres a mi lado. Pero esa historia no sucederá. La plática de esa tarde se llevó a cabo en un cuarto detrás del escenario, al lado de mesas y material de apoyo para la gente de teatro.

Estaba algo aburrida.

El profesor volteaba hacia la puerta, buscando algo, aunque no sabía qué.

Pasó el tiempo. A minutos estuve de irme junto con Marisol cuando apareció él. Su mirada triste. No era el chico que me había gustado en aquella presentación.

-Bueno y ahora que traes chavo-, le preguntó el profesor.

-A parte de que el amor apesta y no existe, algo de alcohol encima y… bueno, se me antoja una cerveza.

-¿Quién quiere acompañarlo por una cerveza?

Levanté la mano, digamos que fue una señal. Pero no fui la única. Neil y Augusto también lo hicieron.

Contó algunos chistes de los que me reí. No me divertía tanto con alguien desde… Y de pronto olvidé el tiempo, ya que Marisol siempre se iba a las 2 de la tarde. Pero no iba a perderme de estar con él, tal vez no a solas, porque irían los demás.

Fuimos a la tienda al cruzar la calle y compró una cerveza que no había probado. -Es Heineken, ¿la has tomado?

-No.

-No te preocupes, te va a encantar. A parte existen muchas otras cervezas mejores que esta, luego te llevaré a que pruebes algunas.

-Bueno, me conformo con esta ahora.

Volvimos a la entrada de la escuela y, no podíamos entrar con cerveza, así que esperamos a Neil. No recuerdo sus palabras exactamente. Habló de la ruptura con su novia y lo difícil que era, así como de no aferrarse con alguien que no busca darte libertad. Lo mejor sería hallar una persona que te permita ser lo que buscas. Tomó su lata de cerveza y se fue.

Me quedé platicando con él. Hasta que llegó Augusto.

Me divertí mucho por la tarde. Compramos vasos de unicel en un puesto de jugos en la esquina del metro Lindavista. Frente a una estación policiaca y, nosotros dentro de una telefónica, destapábamos las cervezas para meterlas en los vaso.

Bebimos y reímos tanto, No, no estaba ebria. Me divertía con ellos. Con él.

Augusto nos abandonó al poco rato. Le pedí que me acompañara a casa y, ya en una plática anterior, sabía que vivía muy cerca de donde yo.

Conversamos sobre mil cosas en el camino. Sus temas eran mucho, pero siempre yo. Eso te hace sentir bastante bien, cuando le interesas a una persona y quiere conocerte. Llegamos a la estación donde debía tomar otro camión e irme a casa. Me invitó a otro evento el siguiente fin de semana y claro que acepte estar ahí.

Me fui a casa, contenta, riéndome de sus chistes y saboreando esa cerveza, que bebería por muchos años después.

No era la primera vez que lo veía, pero era la primera vez que lo tenía muy cerca tras todo lo que sucedió un año atrás.

SU MÚSICA ME FASCINA.

Era un día de… No lo recuerdo ya. Fechas van y vienen en mi cabeza y tengo problemas para recordarla. Presentarían un recital en el Auditorio de la escuela y era una buena razón para faltar a clases. No, todavía no sabía de su existencia.

Pasó el día muy rápido. Cancelé ver a mi novio y me reuní con un amigo, con quien pasaba últimamente la mayor parte del tiempo y era mucho más agradable.

Fue por mí hasta el salón de clases, para decirme que cambiaría de carrera, instándome a no rendirme en solicitar mi cambio a la escuela de medicina. Y ahora que recuerdo, que bueno que no lo hice.

Comencé a hacer un par de amigos a parte de él. Pepe, Fany y Marisol, aunque a Pepe, no le era de muy buen gusto mí entonces amigo. Pasamos cerca del Auditorio y le pedí que entráramos un rato para ver que sucedía dentro.

Había un chico, declamando el poema “La Loba”, de la autora Rosario Castellanos. Su voz y sus movimientos eran increíbles. Me interesó un tanto más el evento. Salió el profesor encargado del Taller y del evento, presentando ahora un número musical.

Apareció ante mí y todos.

Comenzó tocando “Sangre”, una canción que me encantaba de Anabantha. Muchas otras notaron su presencia y se dieron cita ahí.

No escuchaba bien su canción, había un sonido dentro del cual no me percataba. Era como un tambor al ser golpeado, e incrementaba el ruido. ¡Bom, bom, boom! Aplaudía por inercia.

Tocó algunas otras canciones. Le pedí a mi amigo quedarnos hasta el final.

Una vez terminado el recital, el profesor dio los horarios de asistencia al taller y para acumular créditos en la asistencia. No lo pensaría y el siguiente viernes estaría ahí. Si es que el chico oscuro estaría también, no faltaría jamás.

Mi amigo me interrumpió de pronto.

-¿Te gustó verdad?

-Mande…

-El “darketillo”

-No…

Me miró y si, no podía ocultarlo.

-Bueno, si y que. Además, el ha de tener muchas mujeres detrás. ¿Viste cómo tenía al auditorio?

Mejor no me hago ilusiones.

-Pues él se lo pierde si no te conoce.

Lo golpee y salimos de la escuela, pensando siempre en esa pregunta que me hizo y responderle que sí, años más adelante.

30 DE OCTUBRE DE 2009.

Era nuestro primer recital. Ensayamos mucho durante semanas el poema y la parafernalia alrededor del mismo. Efraín y Neil presentarían algunos poemas y él… Él estaba tan lejos. Allá, en la cabina de sonido. Esta vez no lo vería haciendo algún número musical.

Pero su fondo musical me hacía pensar a cada momento en su oscura figura, la cual hoy era totalmente de un rockstar vampírico.

Pedí a mi mamá prestado un vestido blanco.

Mi papel era muy simple. Quedarme en el suelo, como una muerta y solo levantarme en la segunda estrofa del poema y preguntar:

“¿Por qué lloras?”

Sin responder por qué. Lloro mucho. Nada está bien conmigo.

Dejé de lado el pensamiento mientras The Doors con People are strange sonaba. Escogió hacer un homenaje a los músicos muertos de fondo. Ya me agradaba y ahora aumentaba esa gracia hacia él. Presentamos la poesía coral y el evento salió bien.

Al terminar, nos quedamos un rato más platicando con el profesor Alejandro y de los planes para el siguiente semestre.

Deambulando por todas partes él y su guitarra. Vanillia le decía.

“Todas tienen un nombre”, decía el profesor.

-Todas son por algo.

Y sabía por qué.

Lo imaginé con una mujer alta, de piel blanca y cabello de cualquier color, ojos tenues y hermosa sonrisa. La pareja perfecta. Yo, lo veía ensayar algunas canciones en la guitarra. Hasta que Augusto tomó la guitarra y le reventó una cuerda.

Guardamos silencio y esperamos lo peor.

No hizo nada, más que arrebatarle la guitarra y que conseguiría otra en el camino. Iba a tocar. Tenía una banda.

Mi interés crecía y tenía ganas de irme con él.

Pero, yo tenía que ver a mí… novio.

Se fue temprano y una lluvia cayó cuando él se iba a su concierto. También comenzó a llover en mi alma.

NI ENERO, NI FEBRERO.

Un año nuevo llegó. Para mucha gente, símbolo de cambios y grandezas, cumplir sus metas y tal vez, solo tal vez, de verdad cumplirlas.

Estuve esperando a mi pareja hasta que decidió salir de su salón. Ya nada era igual. Parecía más su amiga que su novia. Caminamos juntos, como otras veces, hacia la puerta de salida de Zacatenco. Cruzamos la calle. Y ahí, frente a mis ojos pasó.

Le era invisible. Se siguió sin hacer algún gesto. Escuchaba música y eso era importante para él. Me despedí de mi novio, porque saldría con alguien más y no estaba para sus planes.

Pelea tras pelea. Fines de semana en casa. Intentando buscar refugio o consuelo. Quería amar y no había amor. Eso no existe para mí, todo es una farsa enorme.

Decidí no verlo por un tiempo y que él me buscara por todo el mes de Enero. Y llegó el estúpido Febrero con todo y su San Valentín.

Me encontré a mi amigo, con quien la estaba pasando mejor. Al menos, pasaba por mí al salón de clases, comíamos juntos y pasábamos todo el rato riendo.

Fuimos a una zona alejada, donde el pasto no estuviese tan frío para recostarnos un rato y platicar. Llegamos al punto cumbre de nosotros, que tuvimos que abrir los sentimientos por completo. Tenía novia, pero no era correspondido su sentimiento. A pesar del tiempo juntos, no estaban funcionando bien las cosas. Y tuve que decirle lo mismo, hasta el punto de decirle que ya no lo necesitaba más, que el amor se hallaba en otro lado.

Nos quedamos callados por un rato, mirando el cielo. El viento soplaba fuerte y venía otra vez, la lluvia.

-Oye.

-Mande.

-¿Y si lo intentamos?

-¿Qué?

-Pues. Tú y yo. Estar juntos. Ya sabes. Más que amigos.

Me miró como nunca antes y pensé que la respuesta sería sí.

-Pequeña. No quiero que malinterpretes todo de lo que hablamos y pasamos. Yo estoy muy confundido con muchas cosas en la vida y tú tienes tus problemas también. Ahora no es nuestro momento, además creo que estarás mejor con alguien que te comprenda de verdad. Llegará esa persona con la que puedas estar y ser feliz. Sonreirás siempre.

-¡Pero yo sonrió contigo! ¡Y quiero estar contigo!

-Lo dices porque no has intentado más. No estamos hechos el uno para el otro. Ya llegará quien te haga muy feliz. Créeme, no soy a quien quieres en tu vida.

Y se levantó del pastizal. Tomó su mochila. Nos despedimos y se fue; caminando y alejándose de mi corazón, más no de mi vida, por el largo pasillo, por donde gente feliz desfilaba a su lado, como si de un carnaval se tratara.

Me quedé sentada, sollozando. Hasta que las lágrimas salieron, y la lluvia comenzó a caer minutos después.

A nadie le interesaba una pobre niña llorando, porque todos corrieron a sus salones.

Tomé mi mochila y seguí el pasillo, completamente sola y pensando que debía terminar con todas esas farsas del amor.

19 DE MARZO DE 2010

No me preparé ni me vestí de una forma en particular, solamente debía seguir siendo yo para la ocasión. Ya habíamos tenido una primer cita al beber unas cervezas el viernes anterior y solo hablamos. Quería conocerlo más, me agradaba mucho su compañía, aunque mis amigos estaban en total desacuerdo, porque era diferente y decían, estaba loco.

Amo a los locos y él es el más loco de todos ellos.

Decidí usar mis tenis converse militares, un pantalón de mezclilla azul y una blusa café de manga larga. Cabello suelto. Y entonces, fui a la escuela como cualquier otro día, esperanzada en que todo funcionaría.

Tomé clases, pero observaba el celular en busca de que el tiempo corriera más rápido. Hasta que por fin, decidí adelantarme para buscarlo. Todos estaban en el auditorio, excepto él, llegaría más tarde.

Le encargué al profesor Alejandro, que si lo veía, le dijera que “alguien”, lo estaba buscando. Volví a clases, esperando todavía más tiempo para verlo.

Finalmente, el día terminó y corrí. Ahí estaba él. De un lado a otro, practicando su lectura y ponencia, hablando con su profesor y me senté en primera fila en el primer asiento del lado derecho. La conferencia estaba a punto de empezar.

Me vio y entre susurros y con su mano dijo “hola” y yo respondí.

-Muy bien, pasen a la conferencia de “Corridos de la Revolución”, ya que vamos a rifar a este muchacho que tengo aquí al lado-, dijo su profesor mientras él lo miraba extrañado. Aunque luego nos miramos por segundos como esperando que esa rifa la ganara yo.

Durante la ponencia, se hizo una introducción por parte de ambos profesores y una pequeña lectura. Después siguieron los alumnos.

Llamaron a mi celular y tenía problemas.

Él estaba leyendo y, no pude despedirme de él. Solo hice señas al profesor Arzate, que me apoyara diciéndole que no podía quedarme más tiempo.

Corrí a casa, esperando que las cosas no empeoraran y que, tal vez, había perdido la oportunidad de conocerlo más a fondo y de tener una segunda cita.

***

A partir de aquí, les contaré la historia de estos dos seres oscuros, porque vienen datos interesantes de ambos. Ellos ya se han presentado, así que abordemos esta temática, de una forma más literaria y a como me fue contada. Sí, porque no estuve en los primeros años.


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