Fragmento de horror: La horda

… Aquel prado verde, por el que solía ir y venir tan pequeño y sutilmente suave; hoy le parecía enorme y áspero. Lastimado, se arrastraba en pequeñas comisuras de tierra, que iba dejando su ahora pesada e inmóvil extremidad derecha.

Podía escuchar cada paso. Uno, o más. Miles, para ser exacto.

Tenía conocimiento de los sucesos cercanos al lugar, más no quiso escuchar. Él; solo quería correr libre, saltar y dejarle saber al mundo que podía recorrer no solo los verdes prados, sino todo tipo de terrenos. Quiso que su música se escuchara más allá.

Más ahora, arrastrándose y pidiendo misericordia, le sería imposible demostrar aunque sea, una melodía que no fuera de dolor.

Una a una, las criaturas de color oscuro le dieron alcance. Intentó librarse, pero no hallaba el modo. Súbitamente, como una ola gigantesca que arrasa con todo delante de ella, ola, que jamás vería, la horda ennegreció su ser. Podía sentir como arrancaban su carne y comenzaban a penetrar por cada uno de sus huesos. Pronto, llegaron a la garganta, músculos, a su cabeza. Moría sabiéndolo, sintiendo cada minúscula mordida maximizando su dolor. Miles y miles de ellos, todos buscando su pieza.

La horda al final, arrastrándose hacia otro sitio en busca de más alimento, pisaba ahora el cadáver de aquella cigarra; momentos atrás, viva…