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El Redactor de la muerte: Capitulo IV


Esa fue una de las noches que aun en mi estado, no puedo olvidar. No era el frío, ni tampoco el aturdido mar que golpeaba el barco a cada momento, haciéndolo mecerse de una forma incómoda para nuestros cerebros. Fue una noche sumamente compleja, llena de misterios y horror. Todos encerrados en el camarote. Cuatro oficiales y yo. Bueno, seis, contando el cuerpo que hallamos anteriormente en los pasillos superiores del barco; envuelto en sábanas, ahora de color carmín, tras la sangre que aun manaba de su antiguo ser y la que comenzaba a podrirse justo como su dueño.

No fue fácil llegar hasta el camarote.

Primero, tuve que descender para ir por algunas sábanas y arrancar la alfombra para con ello, cubrir el cadáver. Tres oficiales mantenían a raya al inquieto público que se daba cita. Parece que ante las desgracias, como seres humanos tenemos un sentido para acudir hasta esos lugares, para luego, cubrirnos de suspenso y luego de horror ante aquellas malignas visiones. Pero los oficiales no permitieron que alguien se acercara hasta donde yacía el cuerpo sangrante.

El mensaje que hallamos lo dejé en la mesita de noche, aunque luego, entre tanto movimiento se extravío. Arrancamos la alfombra el jefe de policía y yo y llevamos algunas sábanas. Esperé instrucciones para salir, debido a que parecía haber mucho movimiento, así que decidimos aguardar un momento en el camarote.

El silencio cubría el cuarto, se metía a nuestras mentes, para no pronunciar palabra. Hasta que decidí romper el silencio.

-Capitán… Jefe…

-¿Si?

-… Nunca he pasado algo como esto. Es más, no me había enfrentado a un caso tan… fuerte y real como el de ahora.

-Bienvenido a mi mundo señor Brave. ¿Sabe? Le creo sobre que usted no hizo nada, ni se encuentra cerca de la persona que cometió el crimen. Veo su rostro asustado, tiene muchas preguntas y sobre todo… Creo que nunca había visto un cadáver.

Mi silencio hizo aún más incómoda la situación. Afortunadamente salimos del cuarto instantes después, cuando ya merodeaba por los pasillos en busca de respuestas. Lo difícil era el paso dos. Llegamos a donde el cadáver. Los oficiales realizaron todo el trabajo, porque no podía siquiera verlo. Veía los cortes en su piel y la sangre salía, como si presionaras un pan relleno de mermelada y esta saliera lentamente del recipiente que la contiene. Solo que, no es nada antojadizo. Al fin cubrieron el cuerpo. Sólo un oficial se quedaría arriba para recopilar detalles en la escena, aunque más tarde me daría cuenta que era totalmente inútil.

La misión era ahora llevar el cuerpo hasta el camarote sin que nuevamente nadie se diera cuenta de que tres oficiales y un extraño llevaban a alguien. Avanzamos a paso veloz, pero cautelosos, hacia las escaleras de descenso. El oficial jefe se había quedado atrás para observar a su subordinado quedarse en la escena. Descendimos sin hacer mucho ruido. Al dar la vuelta, hallamos a un pequeño que se había extraviado.

-¿Qué pasó?

-Nada hijo, a este señor se le pasaron las copas y está muy mal. Vamos a llevarlo a un lugar seguro. Vuelve a la cama.

-No encuentro a mi padre.

Todos nos miramos. Tal vez, el cuerpo que cargábamos era el padre de ese pobre chico, ahora, huérfano por circunstancias.

-No te preocupes hijo, en cuanto llevemos a este hombre a su habitación, volveré para ayudarte.

Así, llegamos al final del pasillo y abrí el camarote para así ingresar. Depositamos el cadáver en el suelo, había muchas cosas tiradas tras arrancar la alfombra y escombrar la habitación para hacernos lugar.

Enviaron a uno de los subordinados para ayudar al chico que nos esperaba al final del pasillo. El resto, descansamos un momento en la habitación.

-Esto es un desastre jefe. El barco es enorme, no hallaremos al culpable. ¿Y si saltó?

-¡No seas imbécil, moriría congelado en estas aguas! Y el barco no es tan grande comparado cuando bajemos del mismo y llegue a tierra firme.

-Ahí sería problema de la policía local.

El oficial en jefe lo golpeo, como para que entrara en razón.

-¡Este e nuestro problema y problema que debemos resolver!

-Si jefe, lo que usted diga.

Se dejó caer al suelo nuevamente y suspiró áspera y fuertemente, para después, expulsar el aire con la misma fuerza.

-¿Por dónde empezamos señor Brave?

Voltee a verlo tras el voto de confianza.

-Pues, desafortunadamente, no tenemos mucho. Revisar el cuerpo en busca de huellas sería inútil, así como revisar la escena del crimen, digámosle así, donde ahora trabaja su oficial porque, no hay nada. Es como si, hubiera usted tirado un pedazo de carne que no se comió al suelo, No existen rastros más que, probablemente en la carne. Pero el estado del cuerpo, así como los cortes, no nos permitirán una clara visualización de alguna pista o huella y ese mensaje, tal vez lo escribió él, no el autor del crimen.

-Me sorprende señor Brave. Su reputación está bien cimentada. Tiene razón, no tenemos nada. A menos que mis compañeros encuentren algo. Por ahora, debemos esperarlos y sacar conclusiones. De esta habitación no saldremos sin un plan. Volvió a suspirar ya más tranquilo y soltó el aire levemente, como llegando a una conclusión poco agradable, pero firme.

-Cinco cabezas piensan mejor que una. Tenemos solo cuatro o cinco días más para resolver esto. No podemos informar a nadie hasta que tengamos algo concreto. Nada de radiopasillos. De este cuarto no debe salir información absurda. Los oficiales restantes tardaron en volver.

El primero en llegar fue quien acompañó al niño a su camarote.

-Señor, he vuelto con noticias.

-Bien, ¿qué tenemos?

-El padre del chico se encuentra bien, se perdieron porque el niño padece sonambulismo. Así que, seguimos igual.

-¿Usted? ¿Algo más?

-No señor, no hallé nada en la escena del crimen. Está limpio todo ahora. Solo sangre, sin huellas…

-…El tipo lo cargó con una sola mano. Debe ser un hombre bastante fuerte. Cuando vino a mi, siempre tenía la mano dentro de su abdomen, y estaba cubierto por ropas o sábanas, no escurría sangre. Tal vez, este cuerpo ya tiene un grado de descomposición. Tal vez, desde que subió al barco, ya lo había asesinado. O lo hizo a muy temprana hora mientras todos nosotros nos encontrábamos ocupados en otra cosa. Pero sostengo, que debe ser una persona con la fuerza suficiente para cargar a este hombre de al menos 70 kilos de peso.

-Entre nosotros tres fue simple jefe, pero imagine una sola persona.

Pensé entonces en posibilidades, mientras el jefe pensaba en algo más grande.

-Si fue solo una persona. Pero se lo amarró por completo. Hizo un cargador en base a las sábanas, para soportar el peso del cuerpo. Ayúdenme a cargarlo y veremos si es así…

-Capitán. Es innecesario. No fue entre tres personas.

Volvimos nuevamente al silencio.

-Bien. Primero necesitamos la lista de todos los pasajeros en este barco. Otra lista del personal a bordo…

Y nuevamente silencio, hasta que pensé entonces en centrar más el acto delictivo. -Capitán. Lo asesinó mientras dormía. En una litera. ¿Hay habitaciones con litera aquí verdad?

-Si las hay, pero… ¿por qué dice eso?

-Piense. Si tenemos a más de un asesino, podemos pensar que entre 3 ayudaron a uno solo a cargar el cadáver para que solo uno lo sostuviera por tanto tiempo, haciendo un cargador para soportar el peso por cierto tiempo, para luego, distraernos y soltarlo en esa parte del barco, cuando todos ya dormíamos y ustedes, venían a buscarme. Pero si solo fue una persona, las probabilidades disminuyen a una mente aún más centrada en su objetivo. Lo envenenó o durmió a tal punto que no sintiese dolor. Dígame capitán, ¿el occiso presenta facciones de dolor?

-En lo poco que queda, digamos que su rostro es tranquilo. Como, dormitando.

-Entonces continúo. Una vez dormido, en la litera superior, el asesino entró a la habitación y fue cortándolo al punto de desangrarlo, claro está, antes debió cubrirlo con sábanas, para evitar sangre derramada. Tuvo tiempo para limpiar la zona. Hacer un cargador y ponerlo en posición fetal…

-Jefe el señor Brave tiene razón, excepto por una cosa que no hemos tomado en cuenta ninguno. Tiene los huesos rotos…

Hubo un terrible silencio en la habitación.

-¡¿Con que demonios estamos tratando por el amor de Dios?! El capitán golpeo la pared de la habitación cuatro ocasiones seguidas con el puño cerrado. Luego se calmó.

-¿Puedo continuar con la suposición?

-Continúe, dijimos que nadie saldría de aquí hasta no tener un plan fijo.

-… Tras asesinarlo, le rompió los huesos. Para así acomodarlo y que, pesara menos. Con habilidad lo colocó en su abdomen y cubrió todo con.

-Señor Brave. El hombre regordete que vio, ¿cómo iba vestido?

-Pues tenía un enorme abrigo. Sobresalía un color rojizo, como una manta de su abdomen. Tal vez, era la sangre del cuerpo. Pero la verdad es que, nunca pude verlo con total exactitud, se ocultó bien en la sombra del barco y los pasillos y nunca pude verlo de frente. Siempre se mantuvo de lado izquierdo.

-Dejémonos de suposiciones. Si se hizo de esa forma o no. Aquí no somos visionarios, videntes o tenemos poderes. Somos cinco personas que hemos visto un cadáver en un barco y debemos buscar dos personas. Una la hallamos, hay que intentar descubrir su identidad y luego, descubrir a un hombre, como dice el señor Brave, fuerte o, en su defecto, hombres de mayor… peso y estructura físicos. Oficiales, necesito que vayan en busca de las listas que solicité. Yo iré a verificar los pasillos si es que no hay gente en los alrededores o alguien extraño. Requiero saber qué habitaciones están sin ocupantes, puede que en alguna hallemos alguna pista. Vamos que tenemos trabajo que hacer.

Los cuatro salieron, no sin antes, el jefe volvió para preguntarme algo insignificante de momento.

-Señor Brave, sé que de momento no vendrá con nosotros pero, ¿le incomoda tener a nuestro huésped?

-Los acompañaré en instantes, solo voy por unas cosas y comenzaré a investigar lo que pueda. La puerta se cerró tras salir el oficial en jefe. El silencio incomodo entre dos personas. Una viva y la otra, silenciada para siempre; le gustara o no. Comencé a recoger un tanto la habitación y buscar algunos elementos para continuar con la investigación. Un estruendo enorme fuera. Debajo, el mar inquieto. Nosotros, en el medio de lo que parecía una inminente tormenta e insoslayable.

Comencé a recoger mis objetos y me dispuse a colocar el colchón nuevamente en su lugar, cuando, unos rasguños se escucharon muy cerca de mí. Luego, solo silencio. Voltee levemente hacia donde el cadáver. Nada.

Di algunos pasos hacia la puerta.

El cuerpo, comenzaba a rugir. Un sonido interno. Tal vez, los órganos que aun buscaban funcionar. El cuerpo aun en la muerte, es una maquinaria que continua sus funciones, pero ahora, en retroceso.

Algo temeroso, de que en algún momento saltara de su ahora prisión de seda y algodón hacia mí, en busca de… algo.

Es increíble como la mente juega con uno, quien nada especializado en estos temas, sobreviva mentalmente a apariciones.

Suspiré.

Algo se arrastraba hacia mí. Reptando. Y al mirar abajo, la mano del cadáver, buscando mi pie. Alargándola. Al hacerlo, los cortes de la piel también se acrecentaban, pero ya no había más sangre. El color del músculo había pasado a tornarse púrpura, así como la piel, ahora color carmín y amarillenta.

De golpe, y con un sordo sonido proveniente de algún lugar lejano de la comprensión y escucha humanos, el cuerpo se volteó, dejando ver toda su putrefacción y estado mortal. Se escuchaba un gran estertor. Intentando hablar.

Estupefacto, no quise mirarlo, pero era inevitable.

Fue la primera vez que podía ver a la muerte, si es que podía llamarlo así.

Un brote de sangre salió de su boca, carente de labios ahora, con muchos cortes. Sus globos oculares, enrojecidos e hinchados me miraron.

Escupió el borbotón de sangre y tras un leve estertor, terminaba.

-… él… nos… bus… ca… No… vayas… vuel…ve…

Un último y terrible movimiento, acompañado de una expulsión mayor de sangre.

Salí corriendo de la habitación no sin antes, cerrar la puerta, dejando atrás, a aquel ser, ahora, ya sin vida, esperando se quedara así.

Pero la imagen, de aquella cosa, que de momento había tomado por instantes el cuerpo sin vida de la persona, no puedo olvidarlo… Sigo sin hacerlo, porque puedo verlo todos los días…

Me he sobrecogido lo suficiente recordando tiempos pasados y aún conservo algo de escalofríos. Es por eso, que debo dejarlos nuevamente. No se preocupen, será pronto que vuelva a escribirles y que este escrito llegue a vuestros ojos nuevamente. Mis servicios son requeridos nuevamente, estos tiempos me han dejado mucho trabajo…


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